Emocionalmente agotado, me entretengo
imaginando a proponer locuras. Algunas de ellas con morbo y claro, llenas de
sexo, o para decirlo más sutilmente, de
ganas. Pasaban las horas entre las cuatro paredes de esta habitación y yo no
podía parar de jugar con el morbo, de alguna forma recupere la conciencia y de
repente te miras, ahí estas, sólo, masturbándote y piensas ¡qué locura!, y
sonríes, te sonrojas, sientes culpa y todo a la vez. Entonces es cuando te sientes entre real e
imaginario, extrañas ese contacto de piel a piel, pero a la vez solo son
escalofríos, y te preguntas, ¿alguien ya habrá hecho y sentido esto siendo yo
su morbo?
Es cuando te das cuenta que no has
podido olvidarle, y ahí estas, y te
miras otra vez, y lo asimilas, lo entiendes, sobrevives; regresas,
suspiras.
Foto de Santos en Flickr.
No hay comentarios:
Publicar un comentario