lunes, 11 de noviembre de 2013

Día 315. Si tanto me miras ¿Por qué no eres capaz de hablarme?


He notado que me miras cada vez que nos encontramos, fijas en mí tu mirada y yo hago como que no me doy cuenta, te veo llegar cada viernes por la noche y ya me he aprendido tu rutina, te quitas la chaqueta, enciendes un cigarrillo y te adueñas de la mesa de siempre, la de la esquina; cada que me acerco me evades con la misma mirada con la que me buscas. Tengo una fijación por tu boca, la misma que besa dos o tres pares de labios por la noche, pero que ninguno de ellos es mío. Mi  boca no te pertenece, ni la tuya a mí, pero el gesto, que ya es costumbre, un vicio, de morderte el labio cada vez que me buscas; ese mismo gesto que me despierta de madrugada solo en mi cama, sin ti; ¿me perteneces? Sí es así, entonces ya no solo me mires, búscame, bésame, muerde mis labios.


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